Antes que Jesús subiera al cielo para sentarse a la diestra del Padre, el dio estas instrucciones específicas a sus seguidores, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.» (Hechos 1:8)”. Todos entendemos el concepto de testificar del amor y la salvación de Dios, comenzando en la región inmediata y después ir a otros lugares. Pero que acerca “del poder” Jesús dijo que el Espíritu Santo nos llenaría de poder. Cuando los discípulos fueron llenos del Poder de Dios no se detuvieron ni se conformaron con pobres resultados, ellos fueron “peligrosos” (espiritualmente hablando) para la sociedad de ese entonces porque por medio del Espíritu Santo, ellos hacían milagros de sanidades, la gente se volvía a Dios en arrepentimiento, y muchos se agregaban al grupo de creyentes por haber experimentado un cambio al abrir sus vidas al Cristo resucitado.
Debemos tener cuidado de no caer en la trampa rutinaria, de ser creyentes que solo nos reunimos para hacer ciertas actividades, que solo nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos. Si el enfoque en una congregación, o una reunión de hogar, no es dar lugar a la presencia de Dios, y a experimentar el mover del Espíritu, pronto nos daremos cuenta que las intenciones son nobles pero sin efectividad del poder de Dios. Si no tenemos ese encuentro íntimo y personal, entonces solo hay religiosidad y buenos deseos pero quedamos privados de experimentar la cercanía de la presencia de Dios.
El enemigo de nuestras almas sabe que mientras vivamos en ese conformismo no representamos ningún peligro para el, y continuará operando con sus maquinaciones como el engaño, la acusación, la duda y la mentira, cosas que el utiliza para paralizar al cuerpo de Cristo. Pero también sabe que en el momento que despertemos de este sueño, de este letargo espiritual, (Efesios 5:14) vamos a ser personas muy peligrosas que vamos en contra de él como verdaderos testigos, declarando que solo en Jesús hay salvación, sanidad, libertad, y algo muy importante, respaldados con acciones que demuestran el poder del Espíritu Santo con el cual hemos sido ungidos, y el cual permanece en nosotros.
PROMESA DE LA SEMANA – Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. (Marcos 16:15-20)